El Décimo Octavo Parlamento de la Juventud Veracruzana fue un éxito. La representación juvenil de todos los rincones del Estado recayó en 25 mujeres y 25 hombres talentosos, visionarios, decididos y comprometidos con el presente y futuro de su tierra y del país.
Fue un honor darles la bienvenida al Salón de Sesiones del Palacio Legislativo y compartirles lo que pienso de la juventud: que debemos escucharla, pero no para que a los jóvenes los tiremos a locos, sino para de verdad tomar en cuenta su opinión. También, que debemos incorporarlos a la auténtica toma de decisiones en la vida pública y no como antes, que los jóvenes eran carne de cañón para utilizarlos en los intereses políticos de los adultos. A veces muy adultos, dicho sea con todo respeto.
Les recordé que esta Legislatura se integró con una de las diputadas más jóvenes de la historia, mi compañera –»compañera» porque los dos somos diputados, no porque tengamos la misma edad- Tania María Cruz Mejía, que tenía 20 años cuando rindió protesta. Además, el diputado presidente de la Comisión Permanente de Juventud, Deporte y Atletas con Discapacidad, Luis Ronaldo Zárate Díaz, tenía 23 años cuando llegó a ser legislador.
Como ni mandado a hacer, el presidente Andrés Manuel López Obrador, justo acababa de decir en su conferencia mañanera un consejo para las y los jóvenes que me permití repetirles: que busquen en la vida el camino del servicio a los demás, que piensen en el bien común y no sólo en el egoísmo que es la doctrina neoliberal. Con mayor razón ellas y ellos, que –es de suponer- traen la inquietud política como una de sus vocaciones –si no, no andarían en esto- y están llamados a ser los tomadores de decisiones en los próximos años.
Las y los 50 diputados juveniles nos trajeron propuestas muy valiosas. Como dije, no se quedarán empolvadas en los archivos, sino que las tomaremos en cuenta para tratar se llevarlas a cabo, hasta donde sea nuestra atribución.
Creo que, con jóvenes así, el futuro de Veracruz está en buenas manos, para que nunca regresen las malas mañas que tanto daño causaron al Estado y que, aunque usted no lo crea, todavía tienen la cachaza de querer regresar. No regresar lo que se llevaron, sino regresar ellos.
Y para cerrar con broche de oro mi semana, me lancé a Los Tuxtlas para un nuevo Tekio con Tokio, que ahora tocó en San Andrés Tuxtla, donde le echamos los kilos para pavimentar una calle al lado de las y los vecinos. (Antes habíamos estado en Catemaco y en Hueyapan de Ocampo).
Pd. El domingo es el Maratón de la Ciudad de México y entre mi lesión y cosas importantes que pasarán en Veracruz –ya sabrán de qué hablo- no está segura mi participación. Pero lo feliz no se me quita –también, pronto verán por qué-.